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juniode2017
LoNuestro
El Peruano
5
De paseo
LacomunidaddeAlto
Churuyaku-Valishoestá
a40minutoscaminando
del centrourbanode
Lamas.
El viaje:deLimaa
Tarapotoporvíaaérea
(vuelosdiarios).También
hayserviciodeómnibus
desdelacapital.
DeTarapotose
parteparavisitar la la-
gunaAzul, lacataratade
Ahuashiyacu, lagoLindo
y lagunaElSauce,entre
otrosatractivos.
En la
mikuna
noseutili-
zanplatos, sino las janas
tiesta, cuencosomates
quesoncolocadossobre
latierra.Durante la
mikuna
loshombresde
lacomunidadsesientan
enbancas,mientrasque
lasmujeres lohacenen
el suelo. Latradicióndice
quesoloellaspueden
Lahora de lamikuna
entrarencontactocon
laMadreTierra. Los la-
mistasvivenenelmismo
lugarqueocuparonsus
ancestrosyentresus
actividadeseconómi-
casmás importantes
figuran laagricultura, la
ganaderíay laartesanía.
Esunasociedad bien
organizada.
perono lo es tanto. El secues-
trono es violentoni es el acto
inal de una obsesión. Hay
complicidad y los padres no
inicianbúsquedasdesespera-
das.Ellos lotomanconcalma.
Total,tardeotempranosabrán
quiénfueelsabidoquesellevó
a suhija.
Fiesta inolvidable
Al inal, toda la comunidad
se juntará para celebrar el
matrimonio,delunesasábado,
y con castigo incluido para
el novio faltoso que recibe
cuatro cariñosos chicotazos
de parte de sus suegros. Es
una iesta bonita y alegre en
unretacitodemonteenelque
las mujeres se entristecen
cuandoseenterandequesus
visitantes no tienen jardines
en sus casas.
Ay,debeser terribleesode
vivir rodeados de cemento y
asfalto.Tambiénsepreocupan
al saber que una jovencita de
másde20añosnotieneaúnes-
posonihijos.Loshombres,por
suparte,noentiendencómoen
las ciudades desperdician el
agua. Ellos que cuidan tantos
ElmayoratractivodeAlto
Churuyaku-Valisho no es su
entorno boscoso ni las cha-
cras de sacha inchi trabaja-
das esforzadamente por sus
pobladores. Su valor está en
su identidad, en su cultura,
en sus costumbres que, más
allá de las interpretaciones
particulares, se mantienen
irmesapesarde losembates
de la globalización.
Pero eso no lo sabe la ma-
yoríadeviajerosque llegaa la
CiudaddelasPalmeras.Aellos
no les hablan de esa pequeña
comunidad nativa. A ellos les
sugierendarseunaescapadita
a la ciudad de Lamas. Es casi
unritual, algoquesetieneque
hacerparacompletar laexpe-
rienciayconocerunpoquitode
estepuebloancestralcuyahis-
toria tieneribetesde leyenda.
De eso se trata. De pasear
por la plaza principal, de hus-
mear por el museo, de ente-
rarse que los kiwchas lamis-
tas serían descendientes de
los chankas que llegaron a la
selva norte desde Apurímac
huyendo de las huestes incas,
de ver las casas sin ventanas
delosnativos–paraquenoen-
tren losmalos espíritus– y de
pasearporelbarrioElWayku
para adquirir artesanías.
EuropaenLamas
La visita no estaría completa
sin el recorrido por ese
castillo de aire europeo que
un extranjero construyó por
puro capricho. Es un alarde
arquitectónico que rompe la
armonía urbana; pero eso no
importa,comotampocoparece
importar que las tradiciones
seconviertanenundecorado
turístico. Eso duele, aunque
esa nostalgia se convierta en
buen sabor en ese almuerzo
comunal que es más bien un
espacio para conocernos.
“Entrebocados
depescado
seco, frijoly
caigua, senu-
trenloscorazo-
nes, el almay,
sobretodo, la
capacidadde
entendernos”.
suspuquios, esospuquiosque
pueden ser robados por esos
envidiosos que nunca faltan,
en sociedad con un pér ido
chamán.
Visiones particulares.
Costumbres que no enca-
jan. Vidas que discurren por
rumbos paralelos, pero que
con luyen en ese almuerzo
quenoesalmuerzo: esapren-
dizaje, es entendimiento, es
escuchar al otro para com-
prender sus razones. Así, en-
tre bocados de frijol, caigua
y pescado seco, se nutren el
alma, los corazones y la ca-
pacidadde entendernosmás
allá de las diferencias.